Algunos años atrás, como nuestra iglesia estaba estudiando a través del Libro de 1 Samuel, vimos el principio de Saúl siendo agarrados por el pecado de la envidia y ¡oh qué imagen fea era! La envidia rápidamente llevó a Saúl por un camino de maldad increíble. En 1 Samuel 18 sólo vemos el comienzo de esa pendiente resbaladiza, pero aun allí el veneno maligno de los celos lo llevó a tomar su lanza en su mano y arrojarla a David (dos veces), mientras que las manos de David le estaban ministrando en el arpa.

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